As Christ was about to ascent to the Father, he told the apostles to return to the city, meaning Jerusalem, to the Cenacle where they had celebrated the Last Supper, for "I am sending the promise of my Father upon you...stay until you are clothed with the power from on high." (Lk. 24:49) He was obviously speaking of the gift of the Holy Spirit. Remember, Scripture records that the apostles were "locked up in the Upper Room for fear of the Jews." (Jn. 20:19) They loved Jesus. They knew his teachings and the great promise of Eternal Life. They knew he commissioned them to proclaim this Good News (the Gospel) to the whole world. But they were afraid.
Only after the coming of the Holy Spirit did they become fearless, open the doors and go out to the Temple to proclaim the Resurrection. St. Paul said, "No one can even say 'Jesus is Lord ' without the Holy Spirit." (1 Cor. 12:3) The Spirit made them brave and zealous. The Bible tells us that before the Church or any individual member can go out and proclaim the "marvelous deeds of God" they must be filled with the Spirit.
Hence, Confirmation is necessary for the completion of Baptismal Grace; for by it the baptized "are more perfectly bound to the Church and are enriched by the special strength (power) of the Holy Spirit to be true witness to spread the Gospel and defend the Faith by word and deed." (Lumen Gentium 11, Vatican II; CCC #1286)
St. Luke teaches us that Prayer is the absolute foundation for receiving the Spirit. Luke records that "after Jesus was baptized, and while praying...the Holy Spirit descended upon him." (Lk. 3:21-22) The disciples and Mary "dedicated themselves to prayer" (Acts
1:14) when the Spirit came. Luke further speaks of the kind of prayer that is needed. It must be of "one accord", (Acts 1:14) that is, the ones praying must be of one mind and heart and pray with the Church. It must be continuous. (1 Thess. 5:17) It must also be tenacious: The "widow prayed...day and night." (cf. Lk.18:1-8) It is as if all depends on this prayer.
Another thought for reflection. When we receive the Holy Spirit, whether in Baptism or Confirmation, we receive the Spirit according to our capacity for his reception. In other words, we can and do grow in this capacity. For example, Mary received the Spirit when she was immaculately conceived, then at the conception of Christ in her womb, under the Cross at John's Gospel and at Pentecost. We too can increase in our capacity to receive; whenever we have an encounter with the Risen Christ, we experience a new outpouring of the Spirit into our lives. For example, where two or three are gathered in prayer, or a group gathers to read the Bible, or when we perform a Corporal Work of Mercy (helping the poor, the needy, the invisible people, the disenfranchised, or those on the periphery), when we participate in an authentic devotion (one that brings us to the parish, Mass, Holy Communion and participation in the parish, and especially when we go to Mass and receive Holy Communion. (St. John Paul II, Pope, Apostolic Exhortation
Church in America,1998)
The Holy Spirit is also the agent of unity and the promoter of love and the one who
sanctifies the Church and its individual members. He is the one who inspires all within whom he resides, to proclaim the Gospel and to give concrete example of their love for God by the way they love their neighbor, that is, the one in need. Come Holy Spirit and renew the face of the earth...and me!
Be merciful as your Heavenly Father is merciful! (Luke 6:36)
Jubileo de la Misericordia La Confirmación
En el momento que Cristo estaba a punto de ascender al Padre, les dijo a sus apostoles que regresaran a la ciudad, es decir, Jerusalén, al Cenáculo donde habían celebrado La Ultima Cena, porque "Voy a enviar la promesa de mi Padre sobre ustedes...quédense hasta que hayan sido revestidos de Ia fuerza que viene de arriba." (Lc.
24:49) Obviamente estaba hablando del don del Espíritu Santo. Recuerden, la Escritura
relata que los apóstoles estaban "encerrados en el Cenáculo por miedo a los Judíos". (Jn.
20:19) Ellos amaban a Jesús. Ellos conocían sus enseñanzas y la gran promesa de la Vida
Eterna. Ellos sabían que los había comisionado a proclamar esta Buena Nueva (el
Evangelio) a todo el mundo. Pero tenían miedo.
Solamente después de la venida del Espíritu Santo fue cuando abandonaron el
miedo, abran las puertas y salgan al Templo a proclamar la Resurreccion. San Pablo dijo, "Nadie siquiera puede decir 'Jesús es el Señor' sin el Espíritu Santo." (1 Cor. 12:3) El Espíritu los hizo valientes y celosos. La Biblia nos dice que antes de que la Iglesia o cualquier otro miembro individual puedan salir a proclamar las "maravillas de Dios" deben estar llenos del Espiritu.
Por lo tanto, La Confirmación es necesaria para que la Gracia Bautismal esté
completa; por ella los bautizados "están mas perfectamente unidos a la Iglesia y enriquecidos por la fuerza (poder) especial del Espíritu Santo para ser verdaderos testigos en difundir el Evangelio y defender la Fe por Ia palabra y la obra." (Lumen Gentium 11, Vatican II; CCC #1286)
San Lucas nos enseña que la Oración es la base absoluta para recibir el Espíritu. Lucas relata que "después que Jesús fue bautizado, y mientras oraba...el Espíritu Santo descendió sobre él." (Lc. 3:21-22) Los discípulos y Maria "se dedicaban a la oración" (Hch.
1:14) cuando el Espíritu les vino. Lucas más adelante habla sobre el tipo de oración que se
necesita. Debe ser "con un mismo espíritu", (Hch. 1:14) por lo cual, los que están orando deben ser de un mismo sentir y un mismo corazón y orar con Ia Iglesia. Debe ser continua. (1 Tes. 5:17) También debe ser con tenacidad: La "viuda rezó...día y noche." (cf. Lc. 18:1-8)
Otro pensamiento para reflexionar. Cuando recibimos el Espíritu Santo, ya sea en el Bautismo o en Ia Confirmación, recibimos el Espíritu de acuerdo a nuestra capacidad de recepción. En otras palabras, sí podemos crecer en esta capacidad. Por ejemplo, María
recibió el Espíritu cuando fue inmaculadamente concebida y después en la concepción de Cristo en su seno, debajo de Ia cruz en el Evangelio de Juan y en Pentecostés. Nosotros también podemos incrementar en nuestra capacidad para recibir; cuando tenemos un encuentro con el Cristo Resucitado, experimentamos una nueva efusión del Espíritu en nuestras vidas. Por ejemplo, donde dos o tres estén reunidos en oración, o un grupo que se junta a leer Ia Biblia, o cuando hacemos una Obra Corporal de Misericordia (ayudar al pobre, al necesitado, al marginado, al privado de sus derechos o los de Ia periferia), cuando participamos en una devoción autentica (una que nos traiga a Ia parroquia, a Ia Misa, a Ia Sagrada Comunión y Ia participacion parroquial, y especialmente cuando acudimos a Misa y recibimos Ia Sagrada Comunión. (San Juan Pablo II, Papa, Exhortación ApostóIica
Iglesia de América, 1998)
El Espíritu Santo es también el agente de unidad y el promotor del amor y el que santifica Ia Iglesia y a sus miembros individuales. Él es el que inspira a todos en los cuales reside, para anunciar el Evangelio y dar ejemplo concreto de su amor a Dios en Ia forma que aman a sus semejantes, es decir, el que está en necesidad. ¡Ven Espiritu Santo y renueva Ia faz de Ia tierra...y a mi!
¡Sean misericordiosos como su Padre Celestial es misericordioso! (Lucas 6:36)